El último pleno en el Ayuntamiento de Elche ha servido para constatar dos cosas: el tripartito, cuando habla de participación y transparencia, hace un ejercicio de cinismo político propio del populismo de extrema izquierda y de derecha que nos acecha en estos tiempos convulsos; y por otro lado, lo que ya sabíamos desde el inicio del mandato: es un gobierno municipal en minoría, débil, fracturado y cuya «gestión» se desvanece por el inmenso ruido que genera mezclar tantas desavenencias entre personas con ideologías tan distantes. No me parece apropiado que el tripartito anuncie que van a ignorar una resolución plenaria sobre la Corredera por haber perdido la votación. Uno no se puede llenar la boca con la participación y democratización del Ayuntamiento y luego caer en errores impropios de la llamada nueva «política».
Si para algo está sirviendo está legislatura es para comprobar cómo los temas delicados, polémicos, de calado para la ciudad, vuelven una y otra vez como si fueran un bumerán a estrellarse en la fachada de un tripartito sobrepasado y que sólo trata de vender imagen, como si gobernar fuera en exclusiva un ejercicio de marketing. Ahora toca la batalla de la Corredora. Resulta que la oposición se ha hecho eco de las reclamaciones de una parte de los comerciantes del centro pidiendo que en vez de cerrarse esta calle los sábados se haga los domingos. La iniciativa ha partido del PP, y ha sido apoyada por Ciudadanos, Ilicitanos por Elche y el Partido de Elche (señor Pareja, abstenerse es intentar quedar bien con sus colegas de gobierno, pero en realidad está dando la razón a la mayoría del pleno, en este caso a la oposición).
Escudarse en que la junta de gobierno es la que tiene que decidir estos temas y que en su día el PP también se saltaba los acuerdos plenarios cuando se quedó en minoría, no sirve de argumento cuando el equipo de gobierno no se cansa de repetir una y otra vez lo importante que es la participación ciudadana, la transparencia y la democratización de la vida municipal. Si antes lo hizo el PP, pues muy mal por los populares, pero entonces no repitan vicios ya adquiridos que denotan una falta de cintura democrática muy alarmante en un gobierno tan dispar. No se puede vender lo que no se es.
Entonces varias preguntas: ¿para qué sirven los plenos? ¿Sólo sirven para la investidura de alcalde y la aprobación de los presupuestos? ¿Sólo sirven para que algunos concejales se luzcan con una verborrea fácil y populista que haga vibrar a su tribu? ¿Sólo sirven para aprobar «chorradas» que corresponden a otras administraciones del Estado? ¿Los plenos no iban a ser la voz del pueblo? ¿Es que esos comerciantes son de derechas y quieren imponer su voluntad al resto? ¿Pero el tripartito no gobierna para todos los ilicitanos? Y para una moción de censura, ¿para eso sí sirven los plenos?… Pues va a ser que tampoco, al menos en Elche.
Es lógico que el PP emplee la fuerza de sus votos para poner en evidencia la debilidad de un gobierno municipal en minoría. Es pura aritmética. Lo que me llama la atención es tanto posturero político de un tripartito que evidencia una falta de gestión alarmante.
Alicante
No son formas. Pero parece que es la tónica general de estos gobiernos multicolor. Miren en Alicante. Gabriel Echavárri se ha metido solito en un nuevo charco al despedir a la cuñada del portavoz popular, Luis Barcala. El motivo, que el PP llevó a Fiscalía el posible fraccionamiento de contratos de Comercio. Al menos tiene toda la apariencia de haber sido el detonante, y si no, es toda una coincidencia… Ahora el alcalde tendrá que vérselas con la Junta de Personal, pero qué es eso para un primer edil que está haciendo historia. Su retrato estará colgado para la posteridad en las paredes de la Casa Consistorial. Igual, digo yo, junto al de Sonia Castedo…