La veda se ha abierto y ya se pueden cazar piezas de gran tamaño. Así al menos parecen haberlo entendido la mayoría de partidos políticos que han empezado su particular cacería del rival con acusaciones mutuas, que en algunos casos han acabado en los juzgados y que puede determinar el futuro de algunos alcaldes y concejales.
El caso más llamativo es, sin duda, la imputación del alcalde de Alicante, Gabriel Echàvarri y dos de sus asesores, a los que se les acusa del presunto fraccionamiento de contratos que ascienden a unos 189.000 euros, un asunto que tiene la pinta de ser más por culpa de la extendida “inutilidad” administrativa que un acto delictivo, aunque la investigación se centra en una presunta prevaricación.
Pero la montería también afecta a dos ediles del PP ilicitano a los se les acusa de haber permitido la instalación de los chiringuitos en la playa de El Carabassi, que superaban los niveles del ruido permitido y de no haber hecho nada para su cierre pese a las quejas vecinales. Hablamos del pasado, cuando el Partido Popular gobernaba por mayoría absoluta en la pasada legislatura.
Esta corriente, la de las dimisiones, se ha instalado también en la Diputación Provincial de Alicante, única institución de entidad controlada por el PP, que ha pedido la dimisión del conseller Vicent Marzà y de la mitad del gobierno de Ximo Puig por imponer el decreto de plurilingüismo y “justificar” el “golpe de Estado” del separatismo catalán.
El pulso ha empezado y una vez más, como suele ocurrir en el panorama patrio, la judicialización de la política lo envuelve todo, bien por presunta corrupción o por actos realizados por desconocimiento de la ley; cualquier de los dos supuestos son suficientes motivos para pedir dimisiones, pero aquí no dimite ni el tato, máxime estando el mercado laboral como está.
Alicante, un dolor de cabeza
Las direcciones de Guanyar y Compromís de Alicante, ocho ediles frente a los 6 del PSPV de Echàvarri, no han podido esperar al 8 de octubre, fecha en la que se celebrará el juicio. Para ellos, el alcalde es “culpable”, de momento político, y piden a Ximo Puig su sustitución. Igual si fuera por el president hace mucho que el alcalde alicantino estaría apartado de su cargo, pero ante todo había que preservar un tripartito de izquierdas al que sólo le falta obtener la denominación de origen o sello de “ineptitud”. Ahora, parece que no conviene mover la silla del responsable municipal que nunca ha estado asentado, por errores propios y por pactar con fuerzas políticas con cero experiencia en la gestión de un Ayuntamiento.
Es curioso que el alcalde diga que si él dimite a los quince días gobernará el PP de Luis Barcala. Parece que el primer edil no tiene mucha confianza en la gente que tiene detrás. Pero es lo normal en el PSOE alicantino, si este partido no estuviera dividido de forma ancestral en diferentes familias, cada una con su cuota de poder, es posible que hubiera gobernado durante 20 años la ciudad. Las cosas son como son, y me temo que seguirán así por mucho tiempo.
Elche se pierde en el ruido
En Elche, por contra, el PSOE, con un sorprendente Carlos González a la cabeza, han pedido la dimisión de dos ediles del PP por el caso de los chiringuitos “ruidosos” del Carabassi. Digo sorprendente porque el alcalde maneja un perfil bajo y no suele entrar al trapo de enfrentamientos políticos que no le gustan. Su lema es: “cuanto menos ruido, mejor”. Es una postura hábil si se tiene en cuenta que el tripartito que “gobierna” es una jauría de grillos, que cantan, por lo general, cada uno en tonos diferentes.
Quizá lo importante, que los vecinos lleven a juicio a dos ediles por presunta prevaricación ambiental, es lo menos llamativo en estas circunstancias. Hay que tener en cuenta que el PP lleva más de dos años fuera del gobierno municipal. Sin embargo, la anécdota, el chascarrillo, lo que vende -incluso en el mundillo digital-, está en que los dos concejales que van a juicio son Justino Delgado y Luis Ángel Mateo. El primero pertenece al bando de Mercedes Alonso, y el segundo, a Pablo Ruz.
Grupo municipal del PP en Elche.
¿Cómo no va a intervenir Carlos González si así se lo pusieron a Felipe II? ¿Cuál es el discurso válido del PP, el de Mercedes Alonso o el de Pablo Ruz? ¿Hacia dónde va un grupo municipal que apenas se habla? Y la culpa no es de una ni de dos personas, la responsabilidad es del conjunto del grupo que en algunos casos ha abanderado intereses personales por encima de los del partido. O se ponen de acuerdo y empiezan a trabajar juntos, o lo van a pasar realmente mal en las próximas elecciones municipales. Conclusión: “entre todos la mataron y ella sola se murió?
La Reconquista
Es normal la euforia que transmiten César Sánchez e Isabel Bonig. La Diputación de Alicante se ha convertido en la verdadera oposición al gobierno del Botànic y su gestión está dando sus frutos. Tanto que incluso la presidenta regional de los populares valencianos afirma, con razón, “que la Reconquista empieza en Alicante”. Sí, lo dijo tras una reunión con César Sánchez. No es para menos. El PP ha tumbado el decreto de plurilingüismo gracias a la Diputación alicantina, movilizando a padres y madres sobre todo de la provincia, y ha mostrado alto y claro su oposición a la tasa turística; este empeño de algunos partidos de izquierdas en hacer pagar por todo.
Isabel Bonig junto saluda a César Sánchez.
Y claro ante este panorama, Isabel Bonig sabe que su “asalto” al poder depende de que el PP arrase en Alicante; va por buen camino.
La euforia este pasado viernes en la institución provincial era de tal calibre que incluso César Sánchez no sólo pidió la destitución del conseller de Educación Vicent Marzà, sino que Ximo Puig echara a la mitad de su gobierno por “justificar” a los independentistas catalanes. Y es que se lo están poniendo “a huevo” al Partido Popular. Compromís se lo tiene que hacer mirar si quiere seguir muchos años como partido de gobierno. Además lo sabe, cuanto más nacionalista es, menos votos obtiene. Ese gen catalán independentista es complicado de combatir.