“Escribo mis novelas en voz alta; las lloro, las río, actúo los personajes”

ALEJANDRO PALOMAS. Escritor. Premio Nadal 2018.

Por ALMUDENA AGULLÓ

El escritor Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) ha conquistado a los lectores con su trilogía “Una madre” (Siruela, 2014), “Un perro” (Destino, 2016) y “Un amor” (Destino, 2018). Novelas que se pueden leer de manera independiente y en las que, basándose en su propia familia, explora las emociones y sentimientos de sus personajes a través de la ficción. Gracias a “Un amor”, Alejandro Palomas consiguió el Premio Nadal 2018, y antes, con “Un hijo” (La Galera, 2015) ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2016. Con una agenda cargadísima sin apenas un hueco libre, Alejandro Palomas -traductor y filólogo (estudió Filología Inglesa en la Universidad de Barcelona y obtuvo un máster en Poesía en el New College de San Francisco; EE UU)- ha impartido en Alicante el taller “El miedo, la escritura y la voz” , organizado por la Universidad de Alicante y Casa Mediterráneo.

Alejandro Palomas, escritor Premio Nadal de novela 2018.—Su taller de escritura ¿en qué consiste?

—El objetivo es que gente que tenga un proyecto o ganas de escribir -poesía, narrativa, ensayo o lo que sea- y que lo quieran publicar en algún momento u otro, encuentre su voz; es decir, cómo gestionamos nuestra voz interna. En el taller lo que menos se hace es escribir, prácticamente no se hace. Intento que la persona descubra qué voz tiene porque muchas veces uno piensa en la novela pero no piensa en quién está escribiendo la novela. Se trata de eliminar el ruido para que la persona entienda cuál es su voz, porque si no reconoce su voz, no sabe desde dónde escribe.

—¿De pequeño quería ser escritor?

—Sí, de hecho yo he sabido siempre que iba a ser escritor; lo tuve muy claro desde muy pequeñito, a los 6 ó los 7 años, cuando los profesores empiezan a preguntarte: ¿Y… tú qué quieres ser de mayor? Yo decía, yo escritor. Es así.

—Y lo ha logrado...

—Sí, yo tenía una tía, hermana de mi madre, que era bibliotecaria, y  todos los viernes venía a comer a casa y nos traía un libro a todos, a los tres hermanos, y nos lo renovaba cada viernes. Y a mí me parecía que aquello de los libros era como un mundo mágico, en el que yo quería estar; y la única forma de estar activamente era escribiendo.

—¿Alguna vez pensó en ganar un premio como el Nadal?
Sí (risas). Yo tengo esa cosa de que me pongo retos que consigo; soy muy tenaz y paso por todos los sacrificios que sean necesarios para conseguir ese reto. Por ejemplo, si me hubiera propuesto ser deportista de élite, habría podido serlo porque tengo una mente muy preparada para el sacrificio. Incluso el proceso del sacrificio me gusta bastante. Si quiero ser escritor y quiero llegar a la gente, una de las formas además de publicar será ganar un premio. Y… ¿qué premio creo que es al que todo autor español literario le gusta? El Nadal. Para mí siempre ha sido como un automatismo relacionar premio con Premio Nadal

—He leído que en su infancia lo pasó mal porque otros niños se metían con usted. ¿Qué opina de las noticias que leemos y vemos día sí y día también sobre acoso escolar?

—Yo fui un año muy acosado cuando era pequeño, algo que sufrí hasta la adolescencia y me parece terrible porque lo que la gente no sabe es que lo peor no es cuando te ocurre, sino después. Tú siempre eres en parte un niño, entonces ese acoso que has sufrido, no se va; son cicatrices que permanecen siempre. Hay una parte de mí que es el Alejandro de 6 años acosado que tenía que encontrar mil historias para irse del colegio sin que lo vieran.

—Y… ¿se ha reconciliado con su infancia?
Una de las cosas que hago con la novela “Un hijo” es ir a colegios, casi todas las semanas voy a uno o dos centros, esa es la parte mía juvenil, una parte que no se ve. Y trabajo eso con los niños; de hecho, utilizo a Guille, el protagonista de “Un hijo”, para hablar de la diferencia, de la no diferencia, de qué es la normalidad, qué no… Gracias a “Un hijo” he ido empapándome más de la adolescencia y de la infancia, he aprendido a no tener miedo. Eso es un gran paso para  mí. Era una deuda que yo tenía que saldar conmigo mismo. Ya puede entenderles, puedo entender su lenguaje. Ha sido muy importante para mí porque me he reconciliado conmigo mismo.

—En sus libros se abre en canal...
Soy así. A mí me costaría no hacerlo. Porque ¿sabes qué pasa? Cuando eres un niño acosado, que es mi caso, por ejemplo, tú aprendes a ser otra persona para defenderte. Llega un momento en que te has convertido en eso, en tener todas las caras posibles que esperan de ti los demás; y el trabajo después consiste en ir derribando todas esas capas que no son tuyas y volver a recuperar quién tú eras.

—De eso trata el psicoanálisis…

Exacto, que es lo que he hecho yo. Llevo haciéndolo desde hace 15 años; he vivido con tanta tensión durante una parte tan importante de mi vida, intentando demostrar ser quien no era que el día que decidí que ya no podía más, fue cuando empecé a vivir feliz. Por eso, no me importa compartir, no me importa decir, pienso... qué gusto, qué relax.

—Su madre, una referencia importante en su vida, todos la sentimos como nuestra madre gracias a sus libros…Dice frases que dicen muchas de nuestras madres y por lo que he leído en países de Europa también ha triunfado...Ha creado un patrón universal...

—Sí, yo creía que era un patrón de aquí, pero es un patrón universal y después de Sant Jordi me voy a Latinoamérica porque sale “Una madre” allí y voy a promocionarla; tengo mucha curiosidad por saber cómo se recibe. Es un reto y me apetece mucho, básicamente porque yo soy mitad español, mitad chileno, mi madre es chilena, y me apetece mucho Chile. Latinoamérica es un mundo aparte a nivel editorial.

—¿Por qué sus lectores conectan tanto con los personajes de la familia de su trilogía?

—Creo que eso pasa cuando no te guardas cosas, cuando no quieres adornar nada… a mí no me gusta adornar las cosas ni cuando escribo ni cuando vivo; me gusta que la carne sepa a carne que el pescado sepa a pescado, no me gustan las salsas; no me gusta el adorno que no aporta. De la misma manera que no me gusta no ser yo. Amalia, la madre de “Una madre”, es en su esencia y por eso muchas mujeres que se ven reflejadas en ella.

—De repente, su familia es la familia de todos los lectores...
Sí, mis dos hermanas y mi madre y los perros; son los arquetipos familiares; somos una familia muy pequeña y tenemos la suerte de estar muy cercanos. Yo, sin mi familia, no podría funcionar. De hecho, me doy cuenta de que querer, querer, querer de verdad, de dar la vida por alguien, daría la vida por mis hermanas y mi madre.

—¿Cómo es su proceso creativo?

—Trabajo mucho con el inconsciente, tengo dos fases de escritura: una que es totalmente inconsciente y que dura unos seis meses, más o menos, y es una fase en la que yo no hago nada y mi inconsciente funciona y va creando como esa especie de tormenta tropical que tú ves en los satélites y que se forma y da vueltas sobre el Caribe, muy difusa y se convierte en huracán 1, 2, 3, 4, 5 y cuando llega a la costa de Miami estalla. Cuando mi inconsciente llega a la costa de Miami es cuando yo me pongo a teclear, entonces yo nunca tomo notas de nada. Y si me ocurren cosas, nunca las anoto porque creo que si son buenas se quedan y no son buenas se irán. No quiero esa tensión.

—¿Y después?

—Después, en la segunda fase de escritura, paso tres meses con la tecla, 24 horas sin parar. Cuando termino, me destenso y me enfermo. Y entonces lo que hago es que me voy a casa de mi madre (risas) a que me cuide y me mime. Y ella lo sabe, porque la llamo y se lo anuncio una semana antes de terminar la novela.

—Es una catarsis total...
Sí, es que cuando escribo mis novelas, escribo en voz alta; las lloro, las río, actúo los personajes. Una buena novela de este tipo tiene que ser el resultado de una buena terapia no una buena terapia per se; si haces la terapia mientras que escribes estafas al personal.

—Para concluir…¿proyectos a la vista?

—El 19 de marzo saco “Un secreto” que es la segunda parte de “Un hijo” y ahora voy a Madrid porque estamos con el proyecto de la película “Una madre”. ¡Ah! Y también estoy con el proyecto de la película de “Un hijo”.

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