''Crear un islam europeo es la alternativa a la radicalización''
IGNACIO CEMBRERO. Periodista experto en Magreb y Oriente Medio.
Por SONIA MARCO
Ignacio Cembrero es uno de los mayores expertos del Magreb en nuestro país, así como del mundo árabe. Comenzó como corresponsal del El Pais en Oriente Medio en los años 80, para después especializarse en la actualidad del Magreb y en concreto de Marruecos. La transición monárquica alauita, las primaveras árabes y la inmigración árabe en España fueron algunos de los temas que Cembrero analizó en su intervención dentro del ciclo “Periodistas y el Mediterráneo”, que organiza Casa Mediterráneo en colaboración con la Asociación de la Prensa de Alicante.
De mirada viva y gesto amable, Ignacio Cembrero llega Alicante casi con el tiempo justo para participar en el encuentro que cada mes tiene lugar en la antigua estación de Benalúa donde se habla de actualidad mediterránea y de periodismo. La actualidad marroquí centra su intervención, país del que es uno de los mayores expertos como así atestiguan las crónicas publicadas durante 35 años en El País –hasta 2014-, y ahora en el diario digital elconfidencial.com
El baile marroquí
Las relaciones entre España y Marruecos fue el primer tema que se abordó en el encuentro, donde se analizaron tras el cambio de monarquía acontecido con el nuevo milenio. Tras la muerte de Hassan II y la subida al trono de Mohamed VI, tomaron un rumbo diferente desencadenándose sonadas crisis como la de Perejil en 2002. Tras años de calma no exenta de tensiones y a pesar de la reciente visita oficial de los reyes de España, Cembrero considera que “las versiones oficiales de los gobiernos de España que califican de espléndidas las relaciones, no se corresponden con la realidad. Tenemos serios problemas con nuestro vecino del sur que no se quieren verbalizar para no agravarlos”.
De entre ellos, Cerbero destaca la migración a España de marroquíes y subsaharianos vía Marruecos, con un récord absoluto batido el pasado año con más de 64.000 migrantes llegados a España, un 97% proveniente de Marruecos, y de éstos un 23% de nacionalidad marroquí, con una proporción creciente de menores no acompañados. Una de las causas de esta situación es, a juicio de Cembrero, “los pocos esfuerzos que hace Marruecos por controlar el fenómeno, y no hemos visto a las autoridades españolas quejarse de ello”.
Otro de los asuntos que Cembrero señala es el tráfico de estupefacientes, pues “Marruecos es el primer productor mundial de hachís y esa droga se exporta a Europa via España hasta Holanda, donde es distribuida por toda Europa. Es un problema del que se habla poco, y Marruecos no hace esfuerzos por erradicar las plantaciones, por muchas razones”. De esta forma, ambos asuntos determinan el estado real de las relaciones bilaterales, tildadas por Cembrero como “complicadas, con una actitud por parte de España de no enfrentarse a Marruecos porque se teme que si lo hace deje pasar a un mayor número de inmigrantes, muchos a la espera de dar el salto a Europa”.
La mirada de Europa
La lucha antiterrorista en suelo marroquí es la tercera causa por la que las autoridades españolas y también europeas no desean tensar sus relaciones con el país del norte de África. Cembrero señala que “hay cierto miedo a que se suspenda o interrumpa, por lo que los gobiernos españoles y europeos dicen que las relaciones son buenas, aunque en la realidad disten de serlo”.
España se convirtió el pasado año en la puerta de Europa de la inmigración ilegal con el 37% de los llegados a suelo europeo, cifras que denotan un fenómeno que, a juicio de Cembrero, “ha provocado una ola de insolidaridad en Europa, una reacción sálvese quien pueda que ha llevado a los países miembros a saltarse los tratados de Schenguen y erigir sus propias barreras y fronteras”.
La realidad y origen del fenómeno migratorio actual es que “toda África está deseando venir a Europa a trabajar, incluyendo Marruecos, donde según encuestas locales el 90% de los jóvenes quieren irse y vivir en otros lugares de Europa o también Canadá y EEUU. Si abriésemos las fronteras, Europa, Norteamérica, Australia o Nueva Zelanda se llenarían de africanos que están deseosos de emigrar”.
Uno de los fenómenos más preocupantes en las sociedades europeas es la radicalización islámica de jóvenes nacidos y educados en Europa, autores de los últimos atentados terroristas en París, Bruselas o Barcelona. Ignacio Cembrero cree que “lo de viajar al Estado Islámico, afortunadamente se acabó, ya que vive sus últimos días en un pequeño reducto del este de Siria. Eso ha provocado una disminución de la actividad terrorista y policial antiterrorista en Europa en 2018, y de momento seguirá así hasta que vuelva a surgir de nuevo en otro punto del planeta”.
Ignacio Cembrero realizó una profunda investigación de la comunidad musulmana en España reuniéndose con diferentes colectivos residentes en todo el país, cuyas conclusiones expuso en su libro "La España de Alá" -Esfera, 2016-. Respecto a los jóvenes musulmanes nacidos y criados en España, señaló que “no se sienten del país de sus padres, tampoco de donde han nacido o se han criado, por lo que se definen como musulmanes y la religión es su identidad. El problema es cuando abrazan versiones radicales y erróneas del islam, con una enorme propaganda muy atractiva por Internet”. De este modo, y como antídoto a una nueva oleada de radicalización, Cembrero plantea que “en la medida de lo posible, los estados europeos deben fomentar un islam europeo e intentar que las diferentes comunidades musulmanas corten raíces perjudiciales con sus países de origen y fomenten un islam muy alejado del wahabismo del golfo”.
La desigual postura de los gobiernos europeos en la defensa de las libertades públicas de otros países es uno de los aspectos que más indignan a Ignacio Cembrero, que señala que Europa tiene una “doble vara de medir a la hora de denunciar a regímenes dictatoriales. Mientras se censura la situación en Venezuela u Honduras, se obvia a los muertos en Egipto bajo el régimen de Al-Sisi, o a los presos políticos de Marruecos, más que en Venezuela, la mayoría jóvenes activistas rifeños que luchan porque su región no sea marginada”.
La segunda vuelta de las primaveras árabes
Las concentraciones y protestas de la sociedad contra la falta de libertades en buena parte de los países árabes sucedidas de 2011 a 2013 terminaron con un balance desigual: éxito relativo en Túnez, guerras civiles en Libia y Siria y una convulsa transición en Egipto. A juicio de Ignacio Cembrero “se avecina una segunda oleada de protestas en el mundo árabe, es absolutamente inevitable. No sé si habrá luz al final de túnel o terminarán en sangre, pero sí que las habrá por muchas razones: son sociedades con muchas desigualdades, con su juventud viviendo en regímenes autoritarias, con unas aspiraciones enormes al cambio”.
Como alternativa al desenlace violento, Cembrero plantea que “el único agente capaz de articular este cambio son los islamistas políticos, cuya llegada al poder no significa que se convierta en una dictadura; en Túnez lo han demostrado alcanzando el poder y dejándolo, con la esperanza de volver, y hoy día su gobierno es laico y liberal”.
Respecto a las próximas elecciones del 18 de abril en Argelia, donde de nuevo se presenta el octogenario presidente Bouteflika, enfermo, a una reelección, Cembrero señala que “es tremendo que no pueda haber un sustituto porque los poderes fácticos de Argelia no logran un consenso para presentar a otro presidente. Es dramático para un país de la importancia de Argelia prorrogar a Bouteflika a un quinto mandato”.
Periodismo de hoy
La llegada del nuevo milenio y la revolución que ha supuesto las nuevas formas de comunicarse ha afectado al periodismo entendido hasta el momento. La crisis ha pasado factura a los grupos periodísticos y las redacciones se han visto mermadas, conduciendo al periodista una precarización laboral. Ignacio Cembrero, periodista de El País durante 35 años, cree que “la calidad del periodismo de hoy día ha empeorado por culpa de la propia prensa. En España hay 248 medios digitales y está tan fragmentada que es difícil que haya calidad. En los tiempos de la crisis hubo medios tan atenazados por la deuda, como el caso de PRISA, que provocaba una autocensura”.
Una vez superados los peores años de la crisis, el panorama no es menos alagüeño, pues como señala Cembrero “la situación todavía es muy precaria y un agravante del caso español es que no hay medios de pago como en Europa o EEUU, lo que proporciona unos ingresos alternativos a la publicidad, y ello nos hace más frágiles. No sé en qué acabará todo eso, estamos en plena convulsión a la hora de informarnos y en medio de esta situación, hecho de menos el periodismo de investigación en medios más grandes. Hay mucho periodismo de infiltración y poco de investigación, éste más común en la prensa extranjera”.
A ello se agrava, a juicio de Cembrero, la excesiva ideologización de la prensa española. El veterano periodista señala que “los medios son reacios a ahondar en los casos de corrupción de los partidos políticos, sean de derechas o izquierdas, lo que lamento mucho. A la hora de informar e investigar, al margen de su línea editorial, un periódico debe tratar a todos por igual. No ocurre así en Francia, donde la corrupción o malversación se investiga y se denuncia al margen de la línea ideológica del periódico”.