''El feminismo tunecino se trabaja más en la sociedad civil que en la calle''
EMNA JEBLAOUI, arabista y directora del Instituto Internacional de Desarrollo Humano de Túnez.
Por SONIA MARCO
Evitar la radicalización islámica de la sociedad tunecina es el objetivo que desde 2013 se ha marcado la experta arabista Emna Jebaloui, directora del Instituto Internacional de Desarrollo Humano del país magrebí. Para ello, ha puesto en marcha programas de formación dirigidos a los adolescentes de su país en los que ofrece una visión diferente del islam, desde un punto de vista más atropológico. Defensora de la igualdad entre géneros y contraria al uso impositivo del hiyab, Jeblaoui habló de su trabajo y expuso su visión en el ciclo “Mujeres y el Mediterráneo” que cada mes tiene lugar en Casa Mediterráneo.
Emna Jeblaoui trabaja desde 2013 desde el Instituto Internacional de Desarrollo Humano, una institución fundada con el nuevo gobierno tunecino surgido tras las revueltas sociales llamadas “primaveras árabes”, iniciadas en Túnez en 2011 y que rápidamente se extendieron por otros países vecinos como Libia, Egipto o Siria y Yemen. Tras el desigual desenlace de estos procesos, con países asolados por cruentas guerras civiles como Siria, Libia o Yemen, Emna considera esta época de su país más como una transición política, ya que “de las primaveras poco queda y menos germinó, y en Túnez no se llegó a una guerra civil porque hay un mayor nivel educativo que en otros países, donde la situación desembocó en conflictos bélicos que todavía continúan. Estos movimientos no han tenido mayor recorrido porque se tiene miedo a llegar más lejos y acabar como en Siria o Yemen”.
Desde entonces, Emna emprende programas de formación con pre adolescentes y adolescentes, población más vulnerable de caer en la radicalización islámica. Para ello, imparte charlas en colegios e institutos y desarrolla proyectos con colectivos de mujeres a las que ayuda con el fin de evitar que sus hijos e hijas atiendan la llamada de los grupos islámicos radicales. Jeblaoui considera importante focalizar acciones en este espectro de la población, ya que “del 3% al 10% de las mujeres tunecinas dan su apoyo logístico al DAESH, dependiendo de la zona del país, siendo más sensibles las fronterizas con Libia, donde la influencia de estos grupos radicales es más notoria con la afluencia de refugiados que huyen de la guerra”.
Una tarea no exenta de dificultades que Emna afronta con sus colaboradores desde el convencimiento de ofrecer una perspectiva diferente del islam, más antropológica, que hace hincapié en la igualdad entre sexos y en erradicar el uso del hiyab y otras vestimentas que obliga a las mujeres a cubrirse, de las que afirma “no se encuentra referencia alguna en el Corán, tal como los grupos radicales quieren hacer creer”. Por exponer estos puntos de vista contradictorios a las tesis de los islamistas, la sede del IDH sufrió ataques y Emna y sus colaboradores tuvieron que cesar su actividad durante unos meses.
No obstante, los programas formativos siguen su curso gracias al apoyo de instituciones internacionales como la AECID española y la ONU, a las que Jablaoui pide “no dejar de apoyarnos en esta tarea, ya que nuestro país no está tan lejos de Europa y conviene trabajar en este terreno, donde no se ha llegado aún a alcanzar la segunda generación de derechos humanos, que son los de índole social, económico y cultural”.
Respecto a la situación de su país, Emna señala que “el principal escollo es que no posee un modelo económico resuelto, hay una clase funcionarial muy numerosa y no hay prestaciones sociales”. No obstante, reconoce que “en contraste con otros países de nuestro entorno, en Túnez el nivel educativo es más alto y se respira más igualdad en derechos, con un Ministerio de la Mujer”, aunque Jeblaoui explica que la carta de Independencia de Túnez de 1956 dejó constancia de una serie de derechos civiles que con el tiempo “se han devaluado. En la actualidad el sistema judicial se caracteriza por el conservadurismo de los jueces”. En este punto, comenta la posición de las mujeres en el caso de divorcio o herencia: “La custodia de los hijos recae en la madre, así como se dictamina una pensión retributiva por parte del padre. Pero en la práctica no hay mecanismos de revisión que garanticen su cumplimiento, en caso contrario la mujer divorciada debe luchar en los tribunales por hacer valer sus derechos”. En esta tesitura, Emna Jebaloui ve con preocupación el mapa político de su país, caracterizado por “el surgimiento de grupos políticos con ideas que atentan contra los derechos constitucionales”.
Ante este panorama social y político, Emna define el movimiento feminista en Túnez como “grupos activos que emprenden acciones concretas en la sociedad civil más que acciones en la calle que les repercuta notoriedad”. Al respecto, expone cómo desde el IDH se trabaja con mujeres artesanas para que puedan obtener un rédito de su trabajo y así afianzar su posición en sociedades tradicionalmente patriarcales, sobre todo en poblaciones alejadas de las urbes que adolecen de una educación en igualdad. En cuanto a la emancipación de la mujer, Emna señala que “los abuelos y los padres se sienten orgullosos de que sus hijas estudien y trabajen, pero sus mujeres deben ser sumisas. Es una paradoja muy extendida en nuestra sociedad”.