Desolador escenario de la derecha. Una cuarentena por el desierto

Por RAMÓN PALMERAL 


Tras la evidente derrota de la derecha en casi todos los ring de España, pues entre los tres (PP, Cs y Vox) más algún satélite afín, suman menos que todo el entramado de la «izquierda progre» más independentistas de diferentes griteríos, Pablo Casado, en lugar de reconocer sus propias culpas y las sospechas de su posible master fraudulento, se las echa a la herencia del «marianismo», «al sorayismo discrepante» y a la fragmentación del centro derecha. Es decir, que los capataces del cortijo se han dividido en tres facciones. Todos tienen la culpa menos el palentino (de flojo gancho de derecha) y ni siquiera Javier Maroto (el de la lampiña barba), vicesecretario de Organización del PP y jefe de campaña del partido.


Y es que Casado empezó bien con el orgullo nacional de las banderas en los balcones, pasando de un posible pacto con Rivera y Abascal si ganaba, hasta insultar hace pocos días a su socio «voxista» en la Junta de Andalucía, cayendo en la muletilla de «extrema derecha de Vox» como Sánchez, su contrincante. No lo entiendo, pero así ha sido.

A Pedro Sánchez le fue muy bien su juego de cadera y de piernas frente al candidato con la muletilla de «PP corrupto», y de esta lectura no se salió ni un ápice, a pesar de que su supuesto «cum fraude» de la tesis doctoral estaba en juego, espinoso asunto que sí aprovechó Rivera sacando el mamotreto en el debate, pero como la pelea era en campo local, salió el árbitro para interrumpir el juego dialéctico e ir al VAR (no bar de Prado del Rey). Napoleón decía de sus generales que los quería con suerte, y Sánchez es uno de ellos con el «no es no», luego se marchó, entró por las ventanas del Congreso, se volvió a sentar en su escaño con la moción de censura que le entregó en bandeja Mariano Rajoy, ausentándose de su bancada, dejando a Soraya solita, porque los peneuvistas de Íñigo Urkullu pensaron que con Sánchez les iría mejor con la famosa “Y” por medio.

Sánchez sacó el estoque contra Santiago Abascal con apelativos como «nazis» o «extrema derecha», de trasnochado fachas (palabra mágica del PSOE) más el voto del miedo, y le fue muy bien para aminorar su embestida de Miura con divisa española, cuando en realidad es un partido democrático y renovador, que no tiene pelos en la lengua, y se metió peligrosamente contra todos, incluso contra las subvenciones de la «casta sindicalista», que fue su puntilla. En realidad, en el tema de la corrupción histórica, todos han de mirar de perfil.

Pero las elecciones generales del piso 28A ya es toro pasado, y ahora les toca a la derechona (que tanto gustaba repetir a Alfonso Guerra) pasar una cuarentena de cuatro años vagando por el desierto, para reflexionar y recapacitar y si, es necesario, una reconversión, y enterarse de verdad qué quieren y, sobre todo, qué necesitan los españoles (incluido catalanes).

Ahora empieza el zangolotear los partidos
Son tiempos de pactos o de zangolotear, acepción usada por el gran Gabriel Miró en "Años y leguas" (andar de una parte a otra sin trabajar), o de marear la perdiz sin propósito alguno para preguntar a «La Dolores» por los pactos o ¿cómo están los pastos de la cabaña vacuna de la montaña? ¿María del Mar, te quieres venir conmigo o con el otro que a la puerta espera….? El submarino del PP no tiene que pactar nada porque se han sumergido en los mares árticos por cuatro años. Esta España va a ser territorio comanche, no la va a conocer ni la madre que… Pero los esperados pactos de gobierno no se verán hasta después de 26M (no de M de mayo sino M de municipales) lógico y normal en el mundo político en equilibro, puesto que los resultados mandarán nuevas estrategias.

Sabido es que los resultados de las elecciones municipales son siempre diferentes a los resultados de las generales o autonómicas, sencillamente porque las necesidades de los municipios son desiguales, y priman más las personas que los partidos políticos.

El futuro de España
El futuro de España será lo que los jóvenes españoles quieran que sea. Aunque la segregación o centrifugación de sus autonomías es un error grave y una debilitación ante Europa y el concierto (sin música) de las naciones. Porque para fortuna de la democracia, el destino reside en las urnas, que es el pueblo (quien atesora los valores espirituales comunes). Por ello, hay que empezar a investigar qué se está enseñando en las escuelas, institutos o universidades. ¿Quiénes son los maestros, profesores y catedráticos? ¿Vienen o van? ¿El buen camino radica en la unidad de la Patria? (¡qué «palabro» tan ofensivo, para algunos!). Todos sabemos que las universidades levantinas se están valencianizando, porque beben de los dineros de la Generalitat Valenciana, con la pretensión de escalar el nacionalismo, algún día. A mí no me parece mal que se aprenda y use el valenciano, porque es cultura, pero no como lengua vehicular como arma excluyente de opositores al empleo público, como han hechos los catalanes con el catalán, excluyendo al universal idioma castellano o español (llamado así en Hispanoamérica).

Si hemos de buscar culpables de la deriva nacionalista de las comunidades autónomas, se los debemos a los gobiernos de González, Aznar, Zapatero que entregaron competencias a los nacionalistas catalanes (con el recordado Jordi Pujol) y vascos, a cambio de que les apoyaran en las investiduras de sus presidencias. Y como las minorías separatistas saben de su poder de «partidos bisagra», cada vez, si no cambian las leyes electorales, se harán más dinámicos y radicales. Por otra parte, es sabido que el voto joven se va a la izquierda, por culpa del gran paro juvenil, es una forma de castigar a los conservadores, y al IBEX 35 (de capitales anónimos).

Gobernar el PSOE en minoría con 123 escaños es como comprarse unos zapatos estrechos, sumamente incómodos, pero si quieren gobernar en solitario ha de hacer concesiones a Unidas Podemos, bajo la capa de mejoras sociales, y con los independentistas, bajo la amenaza de un referéndum, aunque de solapado nos reformen la Constitución, que todo es posible en mares tenebrosos con quimeras al acecho.

Las regiones nacionalistas e independentistas crecen exponencialmente como una viruela sin vacuna, aunque los balcones se incendien con banderas rojigualdas, como cuando España ganó el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, porque, o cambia la política europea de más empleo o este buque del € se va al traste. Ya veremos qué pasa en las elecciones europeas que también tocan el 26 M.

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