De ejemplo, La Albufera
Por TONI GIL
A menudo se habla de la escasa interrelación de los alicantinos con lo que en algunas comarcas llamaban “la capital del Reino”, para denominar la ciudad de Valencia, donde hoy se centra el poder autonómico. Durante unos veinte años tuve la necesidad de desplazarme a ella por razones profesionales, incluso varias veces al mes en más de una ocasión; sin embargo, mi entorno, mis recorridos, eran relativamente céntricos, donde se “cuece” la actividad económica, donde se desarrolla la cultural y donde la vida bulle entre calles abarrotadas.
Entre otros muchos lugares y espacios, confieso que no conocía la reserva natural de La Albufera, y la semana pasada, con un grupo de antiguos colegas, y no obstante amigos, he descubierto este enorme parque. Y reconozco que ha sido un enorme error haber tardado casi tres cuartos de siglo sin haberlo visitado, conociendo tan solo ligeramente algunos aspectos sobrevenidos de alguna lectura, de noticias de la televisión (incluías las imágenes que vimos en la serie “Cañas y Barro”) o de algún comentario aislado.
Obviamente no puedo culpar a los políticos –ni a los de ahora ni a los de antes- de este pecado mío, que puede ser plural respecto a otras áreas del norte de la Comunidad, pero no es menos cierto que nunca se ha hecho nada por propiciar este conocimiento a ”los del sur”, y probablemente bastante menos instar a “los del norte” a conocer la variopinta geografía alicantina.
Así que aunque la visita ha sido corta, dio tiempo a “situarme”, dar un paseíto en barca, observar la geometría de los arrozales, las familias de palmípedos y otros plumíferos y a degustar la gastronomía del lugar. Volveré, y algún espero ir acompañado de mis nietos, para que repitan la ausencia de esta experiencia.
Y una sugerencia: incentiven en colegios, institutos y universidades los viajes y excursiones interprovinciales si de verdad quieren convertir a esta en una comunidad autónoma realmente integrada. Con la televisión valenciana no basta.